EMPRENDER O TRABAJAR POR CUENTA AJENA

 

¿Trabajar por cuenta ajena o Trabajar por cuenta propia?


     Hay muchas preguntas del millón, y ésta es una de ellas.

     Antes de intentar llegar a obtener una respuesta debes analizarte muy, pero que muy objetivamente, y el examen al que has de someterte tiene que ser lo más completo posible, sopesando todas tus circunstancias, tanto físicas, como psíquicas, académicas, económicas y familiares.

     Te pondré algunos ejemplos que son obvios, de sentido común y conocidos y que pueden serte ilustrativos.
Si tienes alguna deficiencia física, no puedes ser bombero. Si no tienes la talla adecuada no puedes pertenecer a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.

     Si eres una persona inquieta, dinámica, con facilidad de trato, con hambre de calle, te va a costar estar sentado en un despacho. Con hijos, te va a resultar difícil conciliar la vida familiar con la profesional si quieres dedicarte a una
actividad comercial que requiera multitud de viajes de corta o larga distancia.

     Cuando te pones a pensar en ello todas las dudas del mundo te vienen a la cabeza pues las dos tienen sus ventajas y sus inconvenientes por lo tanto, ¿Cómo acertar en la decisión?

     Si te parece vamos a analizar un poco las dos.

     Trabajar por cuenta ajena.

     Hay dos maneras de desarrollar tu actividad por cuenta ajena:
     a) Como funcionario público.
     b) Como empleado o trabajador en una empresa privada.

     Como funcionario

      Ya sabes: eliges la actividad que quieres desarrollar. Estudias unos temas. Te preparas. Te presentas a una oposición y, si estudias lo suficiente, tienes una disciplina férrea, buena memoria e ilusión por conseguirlo, apruebas y ejerces esa actividad, generalmente de por vida.

     Tiene la ventaja de la seguridad en el puesto y la certeza de que siempre percibirás un sueldo, generalmente estable.

     Por otro lado, durante toda tu vida laboral vas a estar haciendo casi siempre lo mismo a no ser que sigas estudiando y opositando para conseguir ascensos dentro de la función pública. Te puedes ir cambiando de departamento, de consejería, o de ministerio. Algunas personas no lo consideran un inconveniente y sin embargo otras que son más inquietas, y que desean explorar nuevas actividades y metas, lo encuentran un tanto monótono.
Como empleado en una empresa privada

     El abanico que se abre en este campo es muy amplio pues, dependiendo de tus condiciones, como comentábamos antes, puedes optar por una multinacional, una gran empresa, una pyme o trabajar para un autónomo.

     Tiene la ventaja de que, salvo que seas directivo, no tienes que pensar, sólo cumplir con lo que se te encomienda. Realizas tu jornada laboral y hasta el día siguiente.

     Si eres un poco inquieto, aprendes el oficio y esperas la promoción interna o el salto a otra empresa donde puedas conseguir mejoras laborales o salariales y de esta forma ir desarrollando una vida profesional de progreso.
Los peligros que corres cuando trabajas por cuenta ajena son varios y dependen de si se trata de una multinacional, una gran empresa o una pyme.

     Las grandes multinacionales no tienen alma, por lo que no importará la labor o el esfuerzo desarrollados por ti en esa empresa. Si tienen que reducir personal lo harán sin mayor miramiento a tus esfuerzos ni a tus condiciones personales o familiares. Simplemente prescinden de ti y ya está.

     Si este hecho se produce cuando aún eres joven, su repercusión es menor que cuando cuentas ya con unos años y durante toda tu vida profesional sólo has desarrollado una labor y no sabes hacer otra cosa, por lo que incorporarte de nuevo al mercado de trabajo puede resultar difícil, a no ser que encuentres empleo en otra compañía del sector donde realizar esa misma actividad y esto no es muy frecuente.

     Conforme van pasando los años las movilidades geográficas suelen ser más costosas pues suponen empezar de nuevo, un relativo desarraigo, y suelen ser motivo de problemas familiares con los hijos que ya están asentados y no desean cambiar de amigos, de colegio, de ciudad o de ambiente, por lo que las tensiones en el seno de la familia se suelen producir.

     Si es una pyme tus posibilidades de ascenso pueden verse limitadas, dado que los puestos a cubrir no suelen estar vacantes a no ser por jubilación o fallecimiento del ocupante del cargo y en ocasiones puede que sea ocupado por una persona cercana o de confianza del director, del propietario, o ser el típico primo del cuñado del sobrino del hijo del dueño que no tiene mucha idea del tema pero al que hay que darle ocupación para cumplir con un compromiso familiar o de amistad. Por ello te puedes pasar toda una vida esperando ascender o promocionar para desarrollar una labor para la que crees estar preparado, para la que te has esforzado, y no llegar a conseguirlo nunca.

     Esto conlleva generalmente una gran decepción y malestar contigo mismo y con los que te rodean.

     En definitiva tu vida laboral y tu desarrollo profesional, que afectan muy directamente a tu ámbito personal y familiar, estarán siempre en manos de terceros.

Trabajar por cuenta propia

     Si al final has decidido optar por la vía del emprendimiento, vamos a ver qué hacemos y cómo enfocamos tu vida profesional.

     Si de nuevo te digo que tienes que volver a analizarte, pensarás que soy un maniático del psicoanálisis. Nada más lejos de la realidad. Pero a partir de estos momentos tu actividad se va a desarrollar en un continuo pensar, analizar, ver, decidir. Ésa va a ser tu vida a partir del instante en que has decidido ser emprendedor y realizar una actividad profesional por ti mismo.

     Ten siempre presente e intenta grabártelo a fuego: el trabajador por cuenta propia es bicéfalo. Tiene dos cabezas, ejerce dos actividades: es gerente y trabajador a la vez, por ello debes prestar la misma atención a las dos, tanto a tu vertiente de dirección, como a la de trabajador. Desequilibrar esa balanza, descuidar tu labor de despacho poniéndote como excusa que tienes mucho trabajo en el taller, en la tienda, en la calle, etc. es ir fortaleciendo una pierna en detrimento de la otra y se anda con las dos: si una de ellas la debilitas, terminará rompiéndose con la consiguiente caída.

     Tu negocio es como una máquina, debes engrasar todas y cada una de sus piezas. Si echas más aceite en unos rodamientos que en otros porque te es más dificultoso o te cuesta más trabajo, con toda seguridad, transcurrido un tiempo, esa máquina empezará a fallar, dejará de funcionar o se romperá por la falta de atención en aquellos rodamientos o engranajes que no engrasaste.

     Pues tú, como autónomo, tienes que conocer y controlar todas las áreas de las que está compuesta tu empresa - la financiación, los clientes, los proveedores, la supervisión de los impuestos, la maquinaria, las herramientas, el proceso de producción etc. Pero, vayamos por partes.

     Te comentaba lo de volver a analizarte porque ahora hay que ver varios temas.
Si tienes claro a qué negocio o actividad profesional te quieres dedicar has de tener en cuenta, entre otras cosas, lo siguiente:


a) Si posees los estudios académicos requeridos para su desarrollo.
b) Si es una actividad que no requiere titulación académica, qué conocimientos tienes sobre la profesión a desarrollar. Pero reales. No vale decirte a ti mismo: esto yo lo domino; lo tengo controlado; o pensar ...bueno, empiezo y me voy haciendo con el tema sobre la marcha. Craso error, porque a eso se le llama «tocar de oído».
c) Dinero inicial con el que cuentas. Dinero personal. De otras formas de financiación ya hablaremos más adelante
d) Análisis de la zona geográfica donde te vas instalar y el área de influencia a la que quieres llegar
e) Recursos materiales que necesitas.
f) Personal que es necesario para iniciar la andadura.
g) Si puedes arrancar tú solo o necesitas socios.
h) Conocimiento del mercado. Es importante que sepas si es un mercado consolidado, en extinción, en expansión, emergente, etc..
Respecto a este último punto, no creas que analizar tu mercado es muy complicado y que eso sólo se puede hacer a través de grandes compañías especializadas, que es necesario dedicarle un tiempo y un dinero que del que no te gustaría desprenderte, etc.
     No es así. Antes de gastarte ni un solo céntimo, antes de comprar nada ni meterte en locales, naves y demás inversión que pueda serte necesaria en el futuro debes saber y conocer muy bien qué demanda tiene lo que tú vas a vender. A qué precio se vende en el mercado. Y visto esto pasamos a ¿Donde lo puedes comprar? ¿Qué proveedores te lo pueden suministrar? ¿A qué precio?.

     Con esos datos ya conoces el precio de compra y el de venta. Al de compra tienes que añadirle tus costos de fabricación, transformación, manipulación, amortizaciones, impuestos y todos y cada uno de los gastos que conlleva ofrecer ese producto o servicio al cliente.

     Como verás, esto no conlleva gasto alguno. Es algo que puedes y debes hacer tú. Y si el precio al que compras más todos tus gastos es inferior al precio de venta, es decir, obtienes beneficio, adelante. La idea, además de ser buena, tiene posibilidades de éxito. Pero si el precio de compra más los gastos es igual o superior al de venta, déjalo. Ni lo intentes, porque sólo conseguirás una cosa: perder tiempo, dinero y esfuerzo inútil que puede ser más rentable en otro tipo de negocio.

     Si lo que vas a producir, fabricar u ofrecer como servicio es una innovación, algo que no está en el mercado, haz una encuesta sobre la aceptación que tendría. Pregunta a aquellos a los que vaya a ir destinado. Ellos te dirán si lo comprarían o, aunque estuviera en el mercado, sería de difícil colocación.
Una vez visto eso, eres tú el que tiene que tomar la decisión.

 

 

 

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