EL EMPRENDEDOR ANTE EL FRACASO

 

 

 

FRACASO

     Esto es algo que no nos gustaría que ocurriera. Pero que está ahí. Puede producirse. Es posible que pese a tu esfuerzo, empeño, dedicación, etc. el negocio emprendido no funcione, no sea lo que tu esperabas, no te satisfaga o no sea rentable.

     Cuando un negocio viene funcionando más mal que bien durante un tiempo, cuando no logras un posicionamiento estable en tu sector, cuando los gastos superan habitualmente los ingresos y las perspectivas que se vislumbran siguen siendo sombrías, tienes que prepararte para su cierre.

     Verás. Prolongar la agonía de un negocio no es bueno. Y no lo es porque los ingresos son menores que los gastos, lo que te va dejando sin liquidez y empiezas a incumplir tus obligaciones de pagos con los proveedores, con los impuestos, con el personal asalariado, el alquiler y demás compromisos.

     No dilates más de lo necesario esa situación. Ve liquidando y pagando a todo el mundo. No dejes deudas pendientes tras de ti, porque siempre te perseguirán. Piensa que este negocio te ha ido mal. Pero si has afrontado todas tu deudas con proveedores y organismos, cuando decidas volver a ponerte en circulación en otra actividad, o en esa misma, las puertas de los proveedores siempre las tendrás abiertas y no te costará iniciar una nueva andadura. Pero si has dejado deudas pendientes, si no has sido serio, es posible que hayas podido ahorrar un poco de dinero, pero te va a costar mucho más empezar de nuevo.

     No olvides que tu mayor patrimonio eres tú mismo. Tu imagen. Tu seriedad. Tu comportamiento personal y profesional tanto en los buenos como en los malos momentos.

     ¿Cómo afrontar este fracaso?

     Lo primero es que analices de manera objetiva en qué te has equivocado. Qué has hecho mal. Si has estado fuera de mercado por carestía en tus precios, si tu política de compras no ha sido la adecuada, si la ubicación del negocio no ha sido la más apropiada, y un sinfín más de preguntas de este tipo.
Echarle la culpa a agentes externos puede que te sirva para engañarte a ti mismo, pero poco más. Tú y sólo tú has sido el responsable del fracaso y así lo has de asumir. ¿Por qué? Porque sólo tú tenías el poder de decisión en todo momento. Si te equivocaste, si no supiste hacer frente a tal o cual situación, si no estabas preparado para desarrollar esa actividad, si no trabajaste lo necesario, si no le prestaste la atención adecuada, todo esto más lo que tu quieras sumarle es y ha sido tu responsabilidad.

     Si sabes dónde te equivocaste, dónde no estuviste acertado, qué hiciste mal o qué debiste hacer de otra manera, es la única forma de que esa experiencia que en principio puede ser negativa se transforme en experiencia positiva.
Cuando uno se ha equivocado y sabe dónde, cómo y cuándo lo ha hecho, no lo volverá a hacer. Es un bagaje importantísimo. Es experiencia. Recuerda el refrán: la experiencia es la madre de la ciencia.

     Como te decía anteriormente, echar la culpa de tu fracaso a terceros o a las circunstancias, eximiendo la tuya, te lleva a engañarte a ti mismo, a no ser consciente de los hechos ocurridos, a no ver la realidad. Vamos, dicho de otra manera, que no hay más tonto que el que se engaña a sí mismo; o no hay más ciego que el que no quiere ver.
En estos casos es frecuente oír:

     - No, si yo lo he hecho de maravilla, lo que pasa es que... pero yo lo hice muy bien.
     - Si no hubiera sido porque... yo lo estaba haciendo muy bien.
     - Yo no me he equivocado, lo que pasa es que a mí me dijeron... yo creí.... pero yo lo he hecho fenomenal.
     - Esto ha fracasado, pero la culpa no ha sido mía. La culpa ha sido de... por... pero yo...

     No cometas este error. Analiza imparcial y objetivamente todo lo que ha ocurrido y por qué. Eso te ayudará y te incentivará a empezar de nuevo. Sí, digo a empezar de nuevo, porque si no dejas que el abatimiento se apodere de ti, si no permites que la frustración te domine, si no te permites venirte abajo, esa mala experiencia te debe dar ánimos para empezar de nuevo, sabiendo lo que ahora sabes. Conoces lo que debes o no debes hacer, dónde tropezaste, dónde te equivocaste, que tu decisión en tal o cual momento no fue la acertada. ¡Tú sabes lo que vale eso! ¡Tú sabes con qué bagaje cuentas ahora!

     Analízalo y respóndete. Piensa si hubieras sabido al empezar lo que sabes ahora.

    En la cultura latina no es tan frecuente pero en la anglosajona, sobre todo en Estados Unidos, se valora el fracaso. Porque si tú has fracasado sabes dónde está el error y no volverás a cometerlo. Y eso es importante.

     - Tiene experiencia de errores. Ya no los volverá a cometer.

     No te equivoques. No te estoy animando a que adquieras la cultura del fracaso. No, eso no. Pero... ¿qué has tenido un tropiezo? Pues muy bien, a levantarse, a ponerse de nuevo las pilas y a iniciar otra vez la andadura. Y recuerda que muchas personas tienen conocimientos, pero pocas saben pensar y ahora tú, tras esta experiencia, tienes conocimientos y te puede servir para saber pensar.

     Hay quien antes de empezar en su actividad, para aprender y adquirir experiencia, trabaja primero en una empresa del sector al que se va a dedicar.

 

 

 

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