ACTITUD ANTE EL TRABAJO

 

 

 

ACTITUD ANTE EL TRABAJO

     En el Antiguo Testamento se dice que Dios arrojó a Adán y Eva del Paraíso y les dijo «...ganaréis el pan con el sudor de vuestra frente...»

     Si analizamos la evolución del hombre desde la época del Cromañón, Neanderthal, etc. hasta la actualidad, veremos que en toda su trayectoria ha tenido que trabajar.

     Inicialmente su labor era cazar. Los hombres conseguían animales para su subsistencia y la de su comunidad o tribu. Las mujeres curtían las pieles que les servían de abrigo para defenderse del frío. Todos realizaban una tarea. Conforme la especie evolucionaba y la tribu crecía se fue dando a cada miembro de la misma una actividad. Unos cazaban, otros realizan labores de alfarería, otros vigilaban, otros descubrían nuevos territorios, otros... Y de esta manera hemos llegado a nuestros días.

     Poco o nada de esto ha cambiado pues cada miembro de nuestra comunidad desarrolla una labor para la misma.
Por lo tanto, realizar una labor para la comunidad a la que pertenece es intrínseco al ser humano. Y a eso lo llamamos trabajo. Esto no es algo optativo, planteable o cuestionable. Nadie puede decir... ¡pues no trabajo! Eso no es posible. De una manera u otra toda persona trabaja. Incluso los que creemos que no lo hacen. Los que pensamos que no pegan ni palo al agua, trabajan. Analízalo y verás cómo es así. Distinto es que se trate de una actividad que se considere de mayor o menor esfuerzo. Pero trabajan.

     Dicho esto y visto que no nos queda más remedio que trabajar. ¿Cómo hacerlo? Pues hay dos opciones:

     La primera: trabajar con actitud positiva.
     La segunda: trabajar con actitud negativa.

     En el primero de los casos te voy a poner un ejemplo: Si tienes una afición, no importa la que sea, cuando la realizas, cuando estás metido en ella, estás casi siempre concentrado e intentando hacerlo de la mejor manera posible.

     Pongamos que te gusta jugar al fútbol y te juntas con los amigos los domingos para echar el partidillo. Cuando estás en el campo sueles concentrarte al cien por cien, procuras realizar los mejores pases, defiendes tu posición con total ahínco, haces todo lo posible para que el equipo, tu equipo, gane. Y esa victoria te satisface, porque has sido partícipe de ella. Con tu esfuerzo, no solo físico sino mental, habéis ganado, has ganado. Y si es una liguilla y lográis quedar los primeros e incluso ascender de categoría... qué gran satisfacción. Qué bien te sientes. Desbordas alegría y eres feliz. Pues una empresa es lo mismo. Es un equipo donde tú tienes una labor que desempeñar. En él está el entrenador (director), el capitán (que podríamos llamar el encargado) y están todos y cada uno de los jugadores (que serían los empleados o trabajadores). Todos y cada uno de ellos tienen una misión que desempeñar dentro de la empresa (que podríamos llamar campo de juego) y dependiendo de cómo juegue, de cómo trabaje el equipo, la empresa ganará o perderá. Si la empresa gana, es decir, consigue vender sus productos y productos de calidad, puesto que todos los empleados -jugadores- dan al cien por cien en su puesto de trabajo -alineación en el campo- está conseguirá la victoria entre sus competidores y de esa manera podrá ascender de categoría, es decir, llegar a ser más grande y tener un mejor posicionamiento en el mercado y tú debes sentirte satisfecho de ello. Feliz por ello. Porque con tu participación y esfuerzo en la empresa- campo de juego- se ha logrado.

     Esto tiene una ventaja añadida y es que te pagan por ello. Recibes un salario.

     Al igual que eres feliz practicando tu afición, sé feliz en el puesto de trabajo. Te dará satisfacción, no sólo profesional, sino personal.

     En los tiempos actuales todo va muy deprisa, los cambios que se producen en el campo de las comunicaciones, la competitividad entre las empresas, la necesidad imperiosa de que cada vez sean mayores los beneficios a corto plazo etc. hacen que tengamos que estar más preparados y que los roles hasta hace poco existentes entre empresa y trabajador cambien, porque han cambiado las reglas de juego a nivel global y no dudes de que estamos inmersos en él, donde lo que ocurre en cualquier país, por muy lejano que te parezca, puede tener su repercusión en nosotros de manera directa, indirecta, a corto o medio plazo.

     Todos recordamos cómo hasta no hace mucho tiempo, cuando una persona entraba a trabajar en un banco, en RENFE, Telefónica, etc., era para toda la vida y en el mismo pueblo o ciudad. Ahora estamos viendo que eso no es así. No existe la garantía ni la seguridad en el puesto de trabajo y la movilidad geográfica es mayor. Y no olvidemos la tecnología, la rapidez con que se avanza en este campo, la robotización, los sistemas modernos de producción, hacen que para desarrollar la actividad de quince personas ahora es un robot el que la realiza más rápidamente y con mayor seguridad. Y esta industrialización obliga a las empresas a ponerse al día y reducir costos para poder permanecer en el mercado y seguir siendo competitivos.

     De ahí que cada día las empresas exijan mayor preparación a su personal pues, si bien las plantillas son cada vez más reducidas, la cualificación de éstas ha de ser mayor. En la actualidad se paga el conocimiento y en mucha menor medida el trabajo físico.

     Un trabajador por cuenta ajena, el único patrimonio que posee son sus conocimientos y su actitud ante el trabajo.
Tus conocimientos académicos son muy positivos y te avalan para desempeñar tu labor profesional. Pero lo que más te va servir y más se va a valorar en tu carrera es la experiencia. Y ésta sólo se consigue trabajando en una empresa.
He escuchado a trabajadores por cuenta ajena decir:

     - Es que la empresa me paga poco.

     Verás, no sé si cuando empieces a trabajar la empresa te pagara poco o no. Pero eso no debe ser lo más relevante que tienes que valorar. También has de tener en cuenta las posibilidades de aprendizaje real de tu profesión. El salario es importante, no cabe duda, pero no es el único aspecto a valorar. Has de sumar, como te decía, la posibilidad que en esa empresa tienes para aprender y adquirir conocimientos.

     En una empresa existen diversos departamentos o áreas de trabajo. Aprovecha las oportunidades que tienes de aprender. No sólo de tu labor específica, sino de cómo funciona toda ella. Aprende. Aprende. Aprende. Y después aprende todo lo que puedas. Ése es tu bagaje. Ése es tu patrimonio. Eso es lo que vas a ofrecer, tanto a tu empresa actual como a las futuras.

     Tú sólo vales lo que sabes. Y cuanto más sabes, mayor es tu valor. Porque no olvides que lo que vendes no es mercancía, no es un producto determinado. Te vendes a ti mismo. Tu capacidad para desempeñar un puesto de trabajo.

     Si sabes cómo funcionan las distintas áreas de esa empresa tendrás más posibilidades de ascensos, promociones, etc. Si en esa empresa esto no es posible, cabe la posibilidad de irte a otra. Coges el bagaje que tienes, tu experiencia y conocimientos, y te ofreces a un mejor postor. De esta manera irás promocionando en tu actividad profesional.

     Desarrollar tu trabajo de manera disciplente, negligentemente, con baja rentabilidad o producción en base, o como justificación, a que no te pagan lo suficiente, es abocarte a dos cosas: La primera: a adquirir, interiorizar y desarrollar un comportamiento abúlico, desganado y desmotivado que suele degenerar en problemas de baja autoestima, dificultades para la integración laboral, etc. La segunda: eres carne de despido, lo que te llevará una rotación laboral insatisfactoria pues casi siempre se producirá la misma situación:

     - Como no me pagan lo suficiente, trabajo poco y como consecuencia me despiden...no me pagan lo suficiente, trabajo poco, me despiden... y así continuamente.

     La persona o empresa que te ha contratado lo primero que pone en ti es su confianza y la creencia de que puedes desempeñar ese puesto con eficacia diligencia y responsabilidad. De momento, creo que es de valorar muy positivamente que alguien crea en ti. Esa persona ha puesto su confianza en ti en vez de en otro. Te ha considerado cualificado y capacitado. Te ofrece la oportunidad de desarrollar tus aptitudes y conocimientos. Desarróllalos. No malgastes tu tiempo con excusas. Puedes aprovechar esa oportunidad y el tiempo o perderlos justificando tu «mala suerte» en base a...

     Tu actitud ante el trabajo ha de ser siempre positiva. Lo tienes que desarrollar lo mejor que sepas y puedas. No sólo por la empresa, si no por ti mismo. Por tu propia valoración, por tu propia autoestima. Por tu propia filosofía de vida. Si tu actitud es negativa, estarás casi siempre amargado, no realizarás nada positivo, no aprenderás nada, puesto que no estás concentrado y tu vida puede trascurrir entre desánimos, frustraciones y despidos o fracasos empresariales. Todo ello suele producir desubicación social y no estar cómodo en ninguna parte ni desarrollar labor o tarea alguna.

 

 

 

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